NIETZSCHE Y
LA MÚSICA1
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«Sin la
música la vida sería un error»*
Por Eric Blondel**
Para Nietzsche la música expresa, más que
cualquier otro arte, la realidad de la voluntad de poder, ella es, aun trágica
y melancólica, el estimulante de la vida. Compositor, escribió mucho sobre
música.
«Sin la música la vida sería un error» (Crepúsculo de los ídolos, § 33). Esta magnífica
declaración de amor a la música, que Nietzsche ha repetido en sus cartas a
Peter Gast y a Georg Brandes, no se limita a una pasión personal. Nietzsche no
es dado a los elogios. Él ha comparado a menudo la música con Circe por su
poder equívoco: La música es un hechizo, (Carmen), ella embruja, pero
también pervierte y absorbe completamente a sus auditores. «Cave musicam!»
-¡Cuidado con la música!- (Humano, demasiado humano. Prefacio, § 3). De
una forma bastante ambigua, Nietzsche ha escrito también que ¨es un prejuicio
corriente en los filósofos creer que toda música viene de las Sirenas¨. (La
Gaya scienza, § 372). Lo que es seguro, es que a la declaración citada en
el epígrafe, Nietzsche le confiere innegablemente un alcance metafísico.
El apotegma vuelve a colocarse a nivel de las intenciones del Creador: la vida
deseada por Dios para los hombres no tendría sentido si faltara la música, la
Creación estaría perdida si el mundo no incluyera la música. He aquí pues una
suerte de Gloria in excelsis bajo la pluma del ateo Nietzsche,
dirigido no a Dios, sino al mundo y a la vida. Sin música, la vida sería un
error, así como, sin el Amor, la gracia y el Poder absoluto, Dios no sería
Dios, sería un concepto fallido, una especie de diablo cojo.
Dios ha muerto. La vida es pues la
única realidad. Y Nietzsche llama amor fati, afirmación, esta
aprobación de la vida y de la realidad en todos sus aspectos, trágicos,
fisiológicos, sensibles, afectivos, este «Fasagen» (dire-oui)
«decir-sí» al mundo y a la vida, que las problemáticas metafísicas clásicas
llamaban «Teodicea» (justificación de Dios). En este sentido, se podría
atrever a decir que, para Nietzsche, la música es la justificación del mundo y
de la vida, el «principio de razón suficiente», mejor aún, para hablar
como Leibnitz, el «principio de lo mejor».
Pero cuál música, y en qué sentido la
música define la vida, ¿expresa, según Nietzsche, el fondo y la perfección de
la vida? Las preferencias y las intolerancias de Nietzsche en materia de música
(géneros, estilos, compositores, técnicas armónicas y de contrapunteo) van a la
par con su psicología, su cultura y su historia personal. Preferimos pasar rápidamente
sobre sus gustos idiosincrásicos, para consagrarnos más bien a la concepción
filosófica –usamos la palabra «metafísica»-, que ha propuesto a lo largo
de toda su obra. Naturalmente, no haría falta recordar que la música esta
relacionada íntimamente con todos los aspectos de la vida de Nietzsche: se ha
escrito mucho sobre la música en general, sobre los compositores en particular,
de su tiempo o del pasado. Así, un buen número de parágrafos de la segunda
parte de Humano, demasiado humano, ya sea en Miscelánea de
opiniones y sentencias (particularmente § 171) o en El viajero
y su sombra (§§ 149 a 169) tratan de la música y de los músicos
(alemanes en particular) en el marco de un análisis de la cultura alemana
(Bach, Händel, Beethoven, Mozart, Schubert, Schumann...). Pero, evidentemente
es sobre Wagner que Nietzsche concentra sus análisis, luego sus críticas cada
vez más virulentas y finalmente sus embestidas panfletarias. Este «Privilegio»
lo es, porque los dos hombres han sido bastante cercanos durante gran parte de
los años 70 (el período en Basilea de Nietzsche), cuando Nietzsche se adhirió
profundamente al hombre y sobre todo que amó profundamente su música, cuando
incluso le opone públicamente (post mortem), sin que por otra parte
creérselo mucho en su fuero interior, la Carmen de Bizet. Y es
este conocimiento íntimo del hombre y de la obra que hace que Nietzsche haya
visto en Wagner, el símbolo por excelencia de lo que aborrecía y temía como
decadente, demagógico, anti-artístico y moralizador en la cultura alemana y –es
necesario decirlo- en él mismo, un poco de la misma manera que ha combatido
violentamente en él mismo y en la filosofía, este epítome del pensamiento
metafísico, que era a su manera de ver Schopenhauer.
Pasando por alto sin apoyarnos sobre lo
que se afirma, más pintoresco y anecdótico que verdaderamente significativo, es
que Nietzsche se haya ocupado de la composición. A pesar de la piedad o de la
curiosidad de algunos incondicionales o de musicólogos, las obras musicales de
Nietzsche no han dejado y no merecen un recuerdo perdurable. Era un buen
aficionado, pero no bastante competente para mantener la
comparación con los verdaderos compositores. No temió rivalizar con
uno de ellos, del cual se burló con frecuencia Robert Schumann, al punto de
criticar su Obertura de Manfred, escribiendo una obra bajo el
título (Manfred-meditación). Esta composición le ha valido los sarcasmos
del músico profesional, al cual le había presentado su obra, el director de
orquesta Hans vön Bülow, ex -marido de Cosima, hija de Liszt y esposa de
Wagner.
¨¿Es conscientemente que usted
desprecia todas las reglas de la composición, de la sintaxis superior a las
leyes más elementales de la armonía? Pongo aparte su interés psicológico, ...
su Meditación, desde el punto de vista musical, no tiene otro valor
que el de un crimen en el orden moral¨. (Carta del 24 de julio de 1874)*
Es mejor preguntarse qué música
escuchaba Nietzsche: ello nos puede guiar hacia la cuestión más central de
saber, que papel le asignaba en la cultura, y luego cuál es la relación
metafísica con la vida. Se trata pues, menos de los gustos del hombre
Nietzsche, que de la importancia para la vida. Ahora bien, Nietzsche trastoca
las cartas por el ejercicio despiadado del espíritu crítico moral y filosófico
contra sus propios afectos, filosóficos, literarios o musicales. Una indicación
está dada en Ecce Homo (Por qué soy listo § 7) ¨Aquello que
en cuanto a mí exijo verdaderamente a la música. La música
debe ser serena y profunda como una tarde de octubre. Que sea desenvuelta,
tierna, una mujercita llena de abyección y de gracia. No admitiría jamás que un
alemán sea capaz de saber lo que es la música... Yo mismo, soy bastante polaco,
para dar por Chopin lo que queda de la música¨. Pasamos sobre la alusión al
personaje amoral que es Carmen. Pasamos incluso sobre la pulla a los alemanes
bajo el pretexto de orígenes polacos, por lo demás puramente imaginarios. Lo
que Nietzsche quiere decir aquí debe comprenderse por una doble reacción a la
concepción de la música y del arte, que Nietzsche ha encontrado en su maestro
venerado y deshonrado Schopenhauer. Primero, como se puede constatar desde
el Nacimiento de la tragedia (§16) hasta Ecce homo,
Nietzsche estima como Schopenhauer, que la música expresa la esencia de toda
vida. En el capítulo 52 del Mundo como voluntad y como representación,
Schopenhauer escribe que la música es la expresión del mundo, del ser
verdadero, es decir afectivo, de la realidad, del mundo como voluntad. ¨La
música es una copia tan inmediata de toda la voluntad que es el mundo¨. El
mundo, como voluntad, es afectividad. La música es la esencia íntima, sin pasar
por la representación, la razón, el consciente, los conceptos. ¨La música no
expresa nunca el fenómeno, sino la esencia íntima, el interior del fenómeno, la
voluntad misma... Ella es la reproducción inmediata de la voluntad y expresa lo
que hay de metafísico en el mundo físico, la cosa en sí de cada fenómeno¨. Hay
pues ¨una relación estrecha entre la música y el ser verdadero de las cosas...
Ella nos da lo que precede a toda forma, el núcleo íntimo, el corazón de las
cosas... Ella expresa de una sola manera, por los sonidos, con verdad y
precisión, la esencia del mundo, en una palabra, lo que concebimos bajo el
concepto de voluntad¨. Nietzsche repetirá muchas veces la misma cosa, por
ejemplo en Más allá del bien del mal: ¨La música es el
intermediario por medio del cual las pasiones gozan de sí mismas¨ (§106). Por
esto, parodiando una fórmula de Leibnitz que está al comienzo del capítulo
citado, Schopenhauer escribe: ¨La música es un ejercicio de metafísica
inconsciente, en la cual el espíritu no sabe que hace filosofía¨.
Aquí esta el punto importante para
Nietzsche. La música expresa, más que cualquier otro arte, la realidad de la
voluntad de poder, ella es aun trágica y melancólica, el fondo de toda vida,
pero también un «estimulante de la vida» (Stimulanz zum Leben),
incitación seductora a la vida (Verfuhrerin zum Leben). Se comprende por
qué El nacimiento de la tragedia está subtitulada «A partir
del espíritu de la música» Sin embargo, y es el segundo aspecto de la toma de
posición nietzscheana con respecto a Schopenhauer, la música puede ser
igualmente la traducción de la negación de la vida, conforme a la tesis de
Schopenhauer según la cual el arte es por excelencia el medio de escapar a los
sufrimientos de la voluntad, el medio para la voluntad de negarse y refugiarse
en las ideas platónicas, paradigmas del arte. Es lo que explica el combate –a
nuestro parecer de los melómanos contemporáneos, parcial, injusto y excesivo-
contra Wagner, con la antítesis forzada y poco convincente entre Parsifal y
Carmen. Pero lo que está en juego, según Nietzsche, es esencial para el
problema de la civilización, de la afirmación dionisiaca de la vida. Esta
aprobación se opone al resentimiento, a la moral, a la negación del cuerpo y de
la vida, al renunciamiento, simbolizado por ¨el bobo puro¨ (der reine Tor)
de Parsifal. La palabra clave de esta antítesis es un término que se ha
señalado muy poco, ocurrencia frecuente bajo la pluma de Nietzsche desde Humano,
demasiado humano, hasta Ecce Homo o el Crepúsculo
de los ídolos. Es esta Heiterkeit. La he traducido por ¨belle
humeur¨ -serenidad-, como una alegría serena y un poco desenvuelta en el
corazón mismo de los sufrimientos y de los enigmas dolorosos de la vida y de
las pasiones humanas. Una de sus primeras apariciones sirve para calificar la
música de Mozart. Esta asociación conviene completamente a lo que Nietzsche
quiere expresar: ¨El espíritu sereno, claro, tierno y ligero de Mozart, cuya
gravedad respira la tranquilidad y no el terror¨. (El viajero y su sombra
§165 y también §154).Es notable que Nietzsche, siempre pensando en Mozart,
y en todo caso en ese tipo de música grave y serenamente alegre en medio de los
sufrimientos, haya escrito hacia el 17 de diciembre de 1888 a Jean Bourdeau:
¨Cuento la serenidad entre las pruebas de mi filosofía¨, y que haya confirmado
esta idea en uno de sus últimos textos publicados: ¨Conservar su serenidad
cuando se está comprometido en un asunto tenebroso y extremadamente exigente,
no es un asunto ligero: y sin embargo, ¿qué hay de más indispensable que la
serenidad? (Crepúsculo de los ídolos, prefacio).
Se puede resumir en algunas notas
fugitivas sobre el amor metafísico de Nietzsche y de su filosofía por la música
con otro bello texto de 1888 sacado de Nietzsche contra Wagner, y
retomado en la Gaya scienza (§368): ¨Y me planteo la pregunta: ¿Qué quiere
pues, de la música mi cuerpo entero? Pues no es del alma... creó que su aligeramiento;
como si todas las funciones animales debieran ser aceleradas mediante ritmos
ligeros, audaces, turbulentos; como si el bronce y el plomo de la vida debieran
olvidar su pesantez gracias al oro, la ternura y la untuosidad de las melodías.
Mi melancolía quiere descansar en los escondites y los abismos de la
perfección: he aquí por qué necesito de la música¨.
FIN
** Profesor de filosofía moral en la Universidad
París I-Panthéon-Sorbonne. Ha publicado, entre otros, Nietzsche, le
corps et la culture (éd. PUF,1986). Ha traducido muchas obras de
Nietzsche el francés como Ecce homo; Nietzsche contra Wagner(GF-Flamarion,
1992)
* En Correspondencia II, trad. J. Bréjoux et M.
De Gandillac, París, 1986; leer igualmente en Ecce Homo el § 4 de ¨Por qué soy
tan listo¨.
1 PRESENTACION. El
verdadero mundo es la música. Así lo entendió Nietzsche, para quien la música
lo era todo. ¨Todo lo que no se deja aprender a través de las relaciones
musicales engendra en mí hastío y naúsea¨. –Carta a Rhode del 21 de diciembre
de 1871-. Nietzsche quiso hacer música con el lenguaje, con los conceptos.
Durante algún tiempo su ídolo fue Wagner, Los maestros cantores, le
hicieron entrar en un ¨sentimiento de arrobamiento¨. Las largas horas al piano,
el piano que lo ¨salvo¨ en un prostíbulo, todo lo anterior dan muestras que
entre los ¨grados de placer¨ la música para Nietzsche es el más alto.
Para polemizar con la afirmación hecha
en este texto de Eric Blondel -cuya traducción presento- acerca de que
Nietzsche no era un buen compositor ni siquiera un buen músico, en particular
pianista, me apoyaré en tal vez el mejor biógrafo de Nietzsche Curt Paul Janz,
para decir lo contrario.
Curt Paul Janz, ha realizado una
monumental y parece definitiva biografía de Nietzsche. El profesor Karl
Schlechta había encargado a Richard Blunk una biografía sobre Nietzsche, el
primer tomo que se imprimió en 1945 fue destruido por los ataques aéreos,
reapareció en 1953. Blunk murió de un ataque cardíaco y el trabajo quedó
interrumpido y es retomado por Janz por encargo de Schlechta, que tiene que
rehacer todo el trabajo pues encontró muchos errores. Blunk no tenía ningún
conocimiento de música. En 1978-79 fueron editados los tres volúmenes por la
prestigiosa editorial Hanser Verlag.
Curt Paul Janz, Músico de profesión, ha
tocado el alto en la orquesta sinfónica de Basilea por más de
cincuenta años, conocedor de Wagner, es el autor del catalogo de las obras
musicales de Nietzsche, trabajó sobre la importancia en las formas musicales en
el Zaratustra de Nietzsche.
Janz, descubrió a Nietzsche por Wagner,
cuando estudiaba en el conservatorio, encontró –según sus palabras- un texto
donde se hacía mención de un horrible autor que había hecho un texto sobre
Wagner, se trataba del Caso Wagner de Nietzsche. Según Janz
Nietzsche no pudo jamás superar la sombra imperecedera de Wagner, su debate no
terminó cuando se separó de él, no terminó nunca. Eso se puede observar en los
fragmentos póstumos cuando repetidamente y de repente Nietzsche vuelve sobre
Wagner.
La mala reputación que tiene Nietzsche
como mal compositor y músico le viene de Hans vön Bülow en la ya citada carta a
Nietzsche sobre su Manfred-Meditation. Pero según Janz este juicio
es injusto. Y prosigue, Nietzsche era buen músico, y tocaba muy bien el piano y
es autor de buenos fragmentos. Comenzó a componer muy temprano: esbozos de unréquiem inspirado
en Mozart, de una misa, de un oratorio de navidad, de
un muy buen miserere bajo la influencia de Palestrina. Compuso
muy buenas piezas para piano, esbozos sinfónicos que van más allá de lo que se
hacía en su tiempo.
Nietzsche escuchó a Brahms en Basilea y
en Zürich e hizo una transcripción para piano que fue muy elogiada por Wagner,
Nietzsche lo tomo a mal y fue sin duda uno de los motivos de la separación.
Las primeras composiciones adaptan el
estilo romántico de su tiempo, testimonian la influencia de Schumann. Más tarde
en la gran composición la Fantaisie para piano, Nietzsche toma
conscientemente el Siegfried-Idyll de Wagner.
Si Nietzsche es un músico romántico,
como filósofo busca superar el romanticismo. Ese romanticismo es el que
Nietzsche le rechaza a Wagner y se identifica más con las óperas de
Mozart, Carmen de Bizet, o Liszt.
Nietzsche sigue tocando después de su
¨hundimiento¨ en 1889. En Jena, va a un restaurante donde le dejan tocar;
improvisa durante dos horas todos los días.
Nietzsche siempre tocó el piano y, en
particular piezas de Wagner, su eterna e imborrable sombra. ¨El acercamiento a
Wagner es el hecho más importante de toda la biografía de Nietzsche¨, afirma
Werner Ross.
FIN
ALBERTO
PINZON LEON. LICENCIADO, MAGÍSTER Y DOCTORADO
de la PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA.
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